Omnis mundi creatura
quasi liber et pictura
nobis est, et speculum.
Nostrae vitae, nostrae mortis,
nostri status, nostrae sortis
fidele signaculum.
Toda travesía comienza con una señal.
Desde tiempos antiguos, la humanidad ha convivido con criaturas de todas las especies y procedencias. Las hay que emergen del subsuelo, otras que surgen del averno, y algunas que descienden de los mismísimos cielos.
En el camino sobre la faz puedes cruzarte con seres atroces y temibles por su voracidad, o con otros bondadosos, cuya aparición anuncia buena señal.
Con o sin máscaras visibles, todas continúan habitando entre nosotros, aunque a menudo no sepamos verlas, y cuando lo hacemos, nos cueste comprenderlas.
Quienes las conocieron, advirtieron. A veces para protegernos, otras, con el único propósito de sembrar miedo.
Qué importante rescatar tanto conocimiento.
¿Acaso no deberíamos detenernos a interpretar los mensajes que nos quisieron transmitir nuestros ancestros?
Detrás de cada leyenda, cada historia de un lugar, cada creencia, late más aprendizaje del que podamos imaginar.
Aquí comienza tu viaje por esos saberes que no deben ser olvidados. Que este rincón sea tu lámpara cuando la noche se extienda.
Los pilares de este refugio
La Madriguera del Tejo se levanta sobre tres pilares: la búsqueda del conocimiento, la transformación a través del símbolo y la palabra que da forma a lo invisible.
I.
La Biblioteca
II.
El Juego del Éter
III.
Cartas a Cronos
Todo lo que aquí se crea nace del recogimiento,
la lectura y la escucha.
Es un legado.
Una herencia abierta y compartida
para quien desee hacer buen uso de ella.
Como proyecto vivo y orgánico,
crecerá a su ritmo,
como lo hacen las raíces bajo la tierra:
sin ruido,
sin prisa,
y sin rendirse al vértigo de la exigencia.
