EL PROYECTO
Un refugio para lo simbólico y lo ancestral.
La Madriguera del Tejo es el centro, la cara visible de un propio universo.
La Madriguera, el lugar donde huele a sabiduría bajo los cimientos. Y el Tejo, protegiendo a vida o muerte la entrada a este profundo lugar desde el firmamento. Son sus raíces las escaleras que me llevan a buscar adentro, y sus frutos lo que muestro al mundo, como regalo por haberme dado la vida tantos privilegios.
Decía Gregorio Magno, hace más de mil cuatrocientos años, que “en la pintura leen los que no saben leer”. Y no hace demasiado tiempo, leer y comprender lo que uno lee, era eso, un privilegio, aunque en función del territorio del que hablemos, todavía existen matices que empañan lo que creemos.
Está en la cultura la llave que abre la puerta a este proyecto; así como en las palabras, el medio de transporte que lleva al conocimiento. Se trata pues de encontrar en los libros grandes descubrimientos, así como en el arte, las puertas a los lenguajes que nos precedieron. Sin miramientos.
Investigar y comprender, forman parte de este proceso, que indaga en el pasado buscando hallar respuestas para el sufrimiento. Desde ahí nace la esencia del juego, un espacio liminal que se desarrolla desde dentro, con la misión de expandir la creatividad de quien encuentra en la literatura otro refugio secreto.
Así presento a La Madriguera del Tejo, un legado para mis descendientes, para mis hijos, para mis trastaranietos. Compartir el proceso de construcción es un reto, pues soy consciente de que habrá quien encuentre aquí cobijo, y a la vez quien solo visite este lugar para alimentar negativamente a su ego.
Llegados hasta aquí, solo queda advertir que La Madriguera del Tejo se erige como un puente que explora la ambivalencia de los opuestos. Un propósito que encuentra su luz en la simbología, en la etnografía y la filosofía, sin desmerecer todas aquellas otras ramas de conocimiento que nutren el alma y que recuperan significados que han atravesado los siglos en silencio.
Estás ante un proyecto secreto. Guardado bajo sumario. Protegido. Es algo mágico. Laborioso. Que transciende los límites del tiempo.
Te doy la bienvenida a
La Madriguera del Tejo
Aquí el territorio traspasa las fronteras que nos impusieron, buscando recuperar la memoria de todos los pueblos que han dejado huella en el espacio y en el tiempo de un lugar concreto. La llamaron Gallaecia, antes de convertirse en un reino. Con los siglos, cambió su forma, quedando en los mapas impregnado el recuerdo.
Tierra de ritos, de leyendas y remedios. Nido de especies que moran en los cuentos. Cuna de conocimientos. Su latido se resiste al olvido porque las evidencias están en su paisaje y su identidad. Solo es necesario expandir la mirada y cuestionar.
las tres claves para comprender este proyecto
Lo que hay que saber antes de adentrarse en La Madriguera del Tejo.
Uno no sabe que le espera al otro lado de una puerta que se abre. Desconoce qué puede encontrar, e incluso a quién va a visitar.
La decisión de adentrarse en un lugar desconocido debe de ser propia, estar meditada, y con la consciencia despierta para no sentirse víctima de las consecuencias de la dirección tomada.
En ocasiones, los aprendizajes llegan por las experiencias; otras veces, al indagar en las profundidades del conocimiento en plena esencia.
Nada de lo que aquí leas es real, y debes tener en cuenta que esto sucede porque no existe una única realidad.
En este lugar, en este mismo espacio etéreo en el que tú te encuentras si estás leyendo esto, reposa la creación de quien tiene como propósito dejar su legado, a salvo y bien guardado.
Eso es lo que aquí vas a encontrar: una visión del mundo, una interpretación de lo que yo, Lila Grouse, quiero conservar.
I. El símbolo como lenguaje: La Biblioteca
Primer pilar del proyecto, la Biblioteca reúne el conocimiento que da sentido a La Madriguera del Tejo. Aquí encontrarás textos, imágenes y hallazgos reunidos con el tiempo: saberes destilados a partir de lo que otros, con generosidad y entrega, se dedicaron a compartir.
II. El hilo que une los mundos: El Juego del Éter
A partir de los conocimientos que nutren La Biblioteca, se edifica un segundo pilar. El Juego del Éter es la obra literaria donde el aprendizaje se transforma en símbolo. Es un territorio de tránsito entre mundos, donde la imaginación actúa como puente, vinculando mito, memoria y experiencia personal.
III. La correspondencia con el tiempo: Cartas a Cronos
La palabra vuelve a encontrar su lugar en el tercer pilar que sostiene este universo. Aquí cobra forma de diálogo, encontrando en la confesión el antídoto frente al silencio. Solo el tiempo tiene las respuestas a nuestros miedos, por ello, esta correspondencia busca desafiar su linealidad, hablando desde el pasado a un futuro incierto.
Hola, soy Lila Grouse,
y si hace 100 años me hubieran preguntado qué legado dejaría a quienes viniesen después de mí, por seguro tendría clara la respuesta: compartir los conocimientos que a lo largo de mi vida he ido obteniendo.
La humanidad ha presentado a lo largo de los siglos tensiones comunes ante situaciones diversas. Una misma raíz que se bifurca y, a la vez, se propaga en busca de agua que la nutra.
Decidimos de qué fuente beber y qué alimento damos a nuestra alma. Tenemos la libertad de orientar nuestras acciones hacia la luz o hacia la sombra, residiendo en nuestro interior la capacidad de crear nuestra realidad y de ser conscientes de la huella que cada una de nuestras acciones impronta.
Si los males que nos atormentan no son ninguna novedad, quizás la solución a nuestros problemas se encuentre en mirar, en buscar, en encontrar las respuestas donde otros antes ya las han sabido hallar. Si donde hay miedo, hay conocimiento, y si donde habita el ego incomprendido, un mundo lleno de enfrentamientos, creo saber dónde puedo encontrar el antídoto para el sufrimiento.
Y así es como me presento:
mi nombre no te resultará familiar, quizá tampoco la época de la que vengo. Por aquel entonces, las cartas eran nuestro medio, y así, de este modo, te cuento un poco más sobre quién soy y lo que pretendo.
Nacín na Galiza, arredor do ano 1880. Daquela, a vida e os seus ritmos pouco tiñan que ver cos de agora, pois eran as mareas as que marcaban os días e as estrelas as que guiaban, sen présa, os tempos.
Crecín nunha familia modesta, arraigada ao mar e á terra. Aprendín a ler e a escribir, e ese xesto, infrecuente para unha muller da miña época, outorgoume vantaxe sobre o taboleiro de xogo. Cursei estudos vinculados á beneficencia e ao desenvolvemento social, ao tempo que exploraba outras disciplinas como alimento para a miña alma. O que non atopei nas aulas busqueino nos libros, e de aí brotou a miña paixón pola historia. As crenzas que perfilan os pobos, así como as miñas propias, impulsáronme a investigar o comportamento humano e a súa relación coa contorna. E é esa incesante curiosidade a que me conduce á comprensión da simboloxía e a mitoloxía, campos de coñecemento nos que atopo a inspiración que atravesa o meu relato, a miña obra.
As mulleres da miña liñaxe son a fonte da que bebo. As miñas raíces son as que me anclan ao territorio onde repousan as lembranzas de quen me protexe, quen sabe se desde o ceo. Son a suma de moitas células, de moitos xenes. Son a certeza de que eu tamén formo parte do proceso.
Así é como me declaro investigadora de símbolos e saberes ancestrais con raíces na Gallaecia, á procura das pegadas que revelan a alma desta terra. Aquí deixo o meu proxecto, a miña herdanza, coa que agardo devolver parte do sentido ao caos da existencia.
